viernes, 1 de octubre de 2010

El mito da caverna


La Caverna de Platón, Cornelis Corneliz, 1604, Londres M. B.

Imagina una especie de cavernosa vivienda subterránea provista de una larga entrada, abierta a la luz, que se extiende a lo ancho de toda la caverna, y unos hombres que están en ella desde niños, atados por las piernas y el cuello, de modo que tengan que estarse quietos y mirar únicamente hacia adelante, pues las ligaduras les impiden volver la cabeza; detrás de ellos, la luz de un fuego que arde algo lejos y en plano superior, y entre el fuego y los encadenados, un camino situado en alto, a lo largo del cual suponte que ha sido construido un tabiquillo parecido a las mamparas que se alzan entre los titiriteros y el público, por encima de las cuales exhiben aquellos sus maravillas.
- Ya lo veo-dijo.
- Pues bien, ve ahora, a lo largo de esa paredilla, unos hombres que transportan toda clase de objetos, cuya altura sobrepasa la de la pared, y estatuas de hombres o animales hechas de piedra y de madera y de toda clase de materias; entre estos portadores habrá, como es natural, unos que vayan hablando y otros que estén callados.
- ¡Qué extraña escena describes -dijo- y qué extraños prisioneros!
- Iguales que nosotros-dije-, porque en primer lugar, ¿crees que los que están así han visto otra cosa de sí mismos o de sus compañeros sino las sombras proyectadas por el fuego sobre la parte de la caverna que está frente a ellos?
- ¿Cómo--dijo-, si durante toda su vida han sido obligados a mantener inmóviles las cabezas?
- ¿Y de los objetos transportados? ¿No habrán visto lo mismo?
- ¿Qué otra cosa van a ver?
- Y si pudieran hablar los unos con los otros, ¿no piensas que creerían estar refiriéndose a aquellas sombras que veían pasar ante ellos?
- Forzosamente.
- ¿Y si la prisión tuviese un eco que viniera de la parte de enfrente? ¿Piensas que, cada vez que hablara alguno de los que pasaban, creerían ellos que lo que hablaba era otra cosa sino la sombra que veían pasar?
- No, ¡por Zeus!- dijo.
- Entonces no hay duda-dije yo-de que los tales no tendrán por real ninguna otra cosa más que las sombras de los objetos fabricados.
- Es enteramente forzoso-dijo.
- Examina, pues -dije-, qué pasaría si fueran liberados de sus cadenas y curados de su ignorancia, y si, conforme a naturaleza, les ocurriera lo siguiente. Cuando uno de ellos fuera desatado y obligado a levantarse súbitamente y a volver el cuello y a andar y a mirar a la luz, y cuando, al hacer todo esto, sintiera dolor y, por causa de las chiribitas, no fuera capaz de ver aquellos objetos cuyas sombras veía antes, ¿qué crees que contestaría si le dijera d alguien que antes no veía más que sombras inanes y que es ahora cuando, hallándose más cerca de la realidad y vuelto de cara a objetos más reales, goza de una visión más verdadera, y si fuera mostrándole los objetos que pasan y obligándole a contestar a sus preguntas acerca de qué es cada uno de ellos? ¿No crees que estaría perplejo y que lo que antes había contemplado le parecería más verdadero que lo que entonces se le mostraba?
- Mucho más-dijo.
II. -Y si se le obligara a fijar su vista en la luz misma, ¿no crees que le dolerían los ojos y que se escaparía, volviéndose hacia aquellos objetos que puede contemplar, y que consideraría qué éstos, son realmente más claros que los que le muestra .?
- Así es -dijo.
- Y si se lo llevaran de allí a la fuerza--dije-, obligándole a recorrer la áspera y escarpada subida, y no le dejaran antes de haberle arrastrado hasta la luz del sol, ¿no crees que sufriría y llevaría a mal el ser arrastrado, y que, una vez llegado a la luz, tendría los ojos tan llenos de ella que no sería capaz de ver ni una sola de las cosas a las que ahora llamamos verdaderas?
- No, no sería capaz -dijo-, al menos por el momento.
- Necesitaría acostumbrarse, creo yo, para poder llegar a ver las cosas de arriba. Lo que vería más fácilmente serían, ante todo, las sombras; luego, las imágenes de hombres y de otros objetos reflejados en las aguas, y más tarde, los objetos mismos. Y después de esto le sería más fácil el contemplar de noche las cosas del cielo y el cielo mismo, fijando su vista en la luz de las estrellas y la luna, que el ver de día el sol y lo que le es propio.
- ¿Cómo no?
- Y por último, creo yo, sería el sol, pero no sus imágenes reflejadas en las aguas ni en otro lugar ajeno a él, sino el propio sol en su propio dominio y tal cual es en sí mismo, lo que. él estaría en condiciones de mirar y contemplar.
- Necesariamente -dijo.
- Y después de esto, colegiría ya con respecto al sol que es él quien produce las estaciones y los años y gobierna todo lo de la región visible, y que es, en cierto modo, el autor de todas aquellas cosas que ellos veían.
- Es evidente -dijo- que después de aquello vendría a pensar en eso otro.
- ¿Y qué? Cuando se acordara de su anterior habitación y de la ciencia de allí y de sus antiguos compañeros de cárcel, ¿no crees que se consideraría feliz por haber cambiado y que les compadecería a ellos?
- Efectivamente.
- Y si hubiese habido entre ellos algunos honores o alabanzas o recompensas que concedieran los unos a aquellos otros que, por discernir con mayor penetración las sombras que pasaban y acordarse mejor de cuáles de entre ellas eran las que solían pasar delante o detrás o junto con otras, fuesen más capaces que nadie de profetizar, basados en ello, lo que iba a suceder, ¿crees que sentiría aquél nostalgia de estas cosas o que envidiaría a quienes gozaran de honores y poderes entre aquellos, o bien que le ocurriría lo de Homero, es decir, que preferiría decididamente "trabajar la tierra al servicio de otro hombre sin patrimonio" o sufrir cualquier otro destino antes que vivir en aquel mundo de lo opinable?
- Eso es lo que creo yo -dijo -: que preferiría cualquier otro destino antes que aquella vida.
- Ahora fíjate en esto -dije-: si, vuelto el tal allá abajo, ocupase de nuevo el mismo asiento, ¿no crees que se le llenarían los ojos de tinieblas, como a quien deja súbitamente la luz del sol?
- Ciertamente -dijo.
- Y si tuviese que competir de nuevo con los que habían permanecido constantemente encadenados, opinando acerca de las sombras aquellas que, por no habérsele asentado todavía los ojos, ve con dificultad -y no sería muy corto el tiempo que necesitara para acostumbrarse-, ¿no daría que reír y no se diría de él que, por haber subido arriba, ha vuelto con los ojos estropeados, y que no vale la pena ni aun de intentar una semejante ascensión? ¿Y no matarían; si encontraban manera de echarle mano y matarle, a quien intentara desatarles y hacerles subir?.
- Claro que sí -dijo.

Platón. A República Libro VII

La intención del "símil de la caverna" es mostrar el camino que conduce de la opinión a la verdad. La opinión es el conocimiento del hombre que se deja guiar por lo sentido común. Platón compara ese hombre con un prisionero que vive en una caverna, sujeto por cadenas y condenado a ver sólo sombras reflejadas en una pared. El prisionero que toma las sombras por realidades vive en el mundo de la ilusión. Atado a sus sentidos es incapaz de ver el engaño al que está sometido. De la misma manera los hombre atados al sentido común no pueden comprender la realidad que se esconde detrás de sus sentidos. El hombre común no busca explicaciones para los sucesos que observa y se limita a aceptar sus regularidades como una cuestión de fe. Sirve como ejemplo la situación del individuo que observa que el sol se mueve a lo largo del día en el firmamento y toma eso como la verdadera realidad, creyendo que es el Sol el que se mueve y la Tierra sobre la la cual está parado está inmóvil. Comprender qué es el Sol el que si mueve, no es una cuestión de sentido común, ni de usar mejor los sentidos, sino una cuestión de ciencia.
El proceso por el cual el prisionero de la caverna se libera de las cadenas que lo obligan a ver sólo sombras es difícil, pero el hombre que lo consigue, comprenderá a razón de haber tomado las sombras como la verdadera realidad. Al igual que este prisionero liberado el hombre que es capaz de liberarse de los perjuicios adquiridos por la costumbre y los sentidos, podrá comenzar a pensar que la tierra no es el centro del universo y comenzará una investigación sobre el movimiento de los astros y los planetas que cambiará su visión del universo.


Cuando el prisionero se libera de sus cadenas, puede voltearse y ver el engaño al que estaba sometido. En nuestra vida ese proceso que nos permite caer en la cuenta de que el que tomábamos por realidad, no era mas que apariencia, comienza cuando somos capaces de liberarnos de nuestras "cadenas": creencias sin fundamentar, perjuicios, conocimientos adquiridos de otros, engaños de los sentidos. El individuo que consigue esta fase no vivirá ya en el mundo de la "ilusión", porque sabe que existe una verdad objetiva y que, tras una realidad en continuo cambio, se encuentran objetos permanentes y estables que obedecen a leyes que pueden ser comprendidas a través de la razón y que pueden servir para predecir el comportamiento de otros objetos.
Este proceso de liberación de las cadenas es un proceso complicado que no se puede producir sin ayuda de otros. En el mito Platón ha cuidado de advertirnos del que el prisionero es liberado y arrastrado había sido de la caverna. También para nos es un proceso difícil para el que si precisa ayuda. Esa ayuda es la educación.




ler más
El mito da caverna
Emilio LLedó:El prisionero de la caverna en Memoria del Logos.

El escenario del mito es semejante a una ficción cinematográfica, como dice LLedó:

El escenario del mito. La descripción de la primera sala de cine de artes y ensayo que todos los historiadores del cine olvidaron, y con eso a Platón, como un adelantado de Louis Lumière. Pero a continuación del escenario comienza también el rodaje. Y esta es aparte más abandonada y no sólo por los historiadores del cine, sino por los mismos filólogos e historiadores de la filosofía que, desde hace más de un siglo, nos han inundado con comentarios a la República de Platón y con importantes monografias.
Los planos de este rodaje están constitúidos por un prisionero que escapa; la dificultad de la ascensión hacia la luz, hacia la puerta de la caverna; el dolor en los ojos acostumbrados a la oscuridad, fraternalmente acostumbrados a las tinieblas; el asombro de ir descubriendo el montaje de la caverna; los deseos de volver al punto de partida, tan cómodo en el fondo; la duda de si es mejor la luz cegadora y dolorosa que la apacible oscuridad; el deslumbramento y la imposibilidad de ver, una vez salido de la caverna y enfrentado con el sol que ilumina árboles y montañas y casas; los recuerdos de su prisión; la felicidad; el regreso; la discusión con los que no consiguieron liberarse, la muerte.
Ante la tentación de desechar esta visión dramática del hombre, como un sueño alejado de nuestro vacío realismo, tendría que pensármelos en que hoy vivimos en un mundo de mitos mucho más tristes, más empobrecedores, corrompídos  por el lucro, por un miserable pragmatismo, disimulado por palabras huecas, por símbolos grotescos o, en el mejor de los casos, por sentimientos enfatizados por orquestadores siniestros o ignorantes. No es arcaico el que Platón nos cuenta. Es un mito claro y presente, ante lo que una buena parte de la simbología contemporánea parece opresiva y mortal.


Memoria del Logos. ed.Taurus pax. 24-25

El mito sigue vigente aun, porque nosotros seguimos siendo esos prisioneros. Nacemos en una sociedad que no elegimos, con una ideología, una ciencia, un lenguaje heredadas que nos condicionan y nos enseñan a ver la realidad de una forma determinada. Hoy en día esa determinación es más empobrecedora si cabe, porque está dirija por los medios de comunicación, siempre en manos del poder. El camino para liberarse es más difícil hoy que nunca, por eso la metáfora de Matrix es una actualización del mito que nos enfrenta a la realidad actual, con sus cadenas y también con unos seres humanos que pueden aprender de su historia. De hecho podemos rastrear en la Trilogía los escenarios cinematográficos propuestos por Platón. Te atreves?

Matrix y el mito da caverna

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